Las nuevas tendencias educativas a nivel internacional y nacional marcan la necesidad de que la formación de los estudiantes de educación media superior se dirija al desarrollo de competencias, las cuales, desde un enfoque académico, son entendidas como la integración y articulación de un conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes y valores utilizadas por las personas para desenvolverse en el ambiente, satisfacer sus necesidades, solucionar problemas, tomar decisiones y alcanzar objetivos de manera eficiente.
De esta manera, el aprendizaje deja de ser visto como la mera acumulación de información, para ser considerado como un proceso que permite al alumno la construcción y reconstrucción de sus esquemas explicativos de la realidad, con base en los cuales se integra y adapta a su entorno.
Así, el aprendizaje es un proceso de asimilación activa del conocimiento, es decir, el alumno hace uso de sus recursos intelectuales, esquemas cognitivos, experiencias y conocimientos previos; así como de sus habilidades y valores para apropiarse (hacer suya) de la realidad.
Si partimos de la concepción de que el desarrollo de las competencias implica la construcción de conocimientos teóricos y de habilidades, en las que están expresadas los valores y actitudes de los alumnos, entonces ante la interrogante: " ¿el aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?" deberemos responder que no.
De esta manera, el aprendizaje deja de ser visto como la mera acumulación de información, para ser considerado como un proceso que permite al alumno la construcción y reconstrucción de sus esquemas explicativos de la realidad, con base en los cuales se integra y adapta a su entorno.
Así, el aprendizaje es un proceso de asimilación activa del conocimiento, es decir, el alumno hace uso de sus recursos intelectuales, esquemas cognitivos, experiencias y conocimientos previos; así como de sus habilidades y valores para apropiarse (hacer suya) de la realidad.
Si partimos de la concepción de que el desarrollo de las competencias implica la construcción de conocimientos teóricos y de habilidades, en las que están expresadas los valores y actitudes de los alumnos, entonces ante la interrogante: " ¿el aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?" deberemos responder que no.
El enfoque educativo basado en competencias exige que al interior de las aulas trascendamos a la medición (generalmente haciendo uso de baterías pedagógicas) de la cantidad de conceptos, principios, teorías o hechos que nuestros alumnos pueden recordar de manera mecánica.
Aprender no significa memorizar y evaluar no significa calificar. Es necesario que los docentes asumamos que la evaluación tiene como propósito la valoración cuantitativa y cualitativa de los procesos cognitivos, habilidades y valores que el alumno pone en juego para construir sus conocimientos y desarrollar competencias.
Para lograr esto, debemos recordar que:
- El alumno construye y le da significatividad al conocimiento haciendo uso de sus esquemas y conocimientos previos, así como de sus experiencias, intereses, valores y actitudes. Lo que plantea la necesidad de valorar estos elementos como punto de partida del proceso de aprendizaje.
- Durante el aprendizaje se articulan el saber, el saber hacer y el saber convivir, por lo que es necesario diversificar las situaciones de evaluación, en forma tal que realicemos la valoración integral y global de conocimientos, habilidades, actitudes y valores.
- Con base en sus aprendizajes el alumno se transforma a sí mismo, lo que implica que en el proceso evaluativo consideremos el impacto que los conocimientos y competencias nuevas tienen en la vida personal y social del alumno, así como en la estructuración de los esquemas explicativos de la realidad con base en los cuales se integra a la sociedad.
Asimismo, es conveniente recordar que la evaluación no sólo es una tarea del docente, sino que también lo es de nuestros alumnos, es decir, debemos incorporar dentro del aula sistemas de autoevaluación y coevaluación que permitan a los estudiantes ser conscientes de su propio proceso de aprendizaje.